dimecres, 12 d’abril del 2017

Nuestra lucha contra los feminicidios en Latinoamérica por Ilka Oliva



El 8 de abril se cumplió un mes del feminicidio de 41 niñas, a las que el Estado de Guatemala violó y quemó vivas. Y también, el 8 de abril apareció el cuerpo de Micaela García, una niña argentina miembro del Movimiento Evita que hace unos días había desaparecido. Micaela, de 21 años estudiaba la carrera de Educación Física, se desvivía por los parias, los negritos esos a los que el clasismo detesta. La violó y la asesinó un violador serial al que un juez dejó en libertad porque según él lo único que tenía era una “perversidad natural.”




En Latinoamérica el 98% de los casos de feminicidios queda en impunidad. Y los pocos que se logran comprobar y se abren procesos en cortes, tienen un final triste, el culpable es declarado inocente. Por razones patriarcales: la víctima lo provocó por vestirse de tal manera, por salir a altas horas de la noche, por pasar por tal lugar, por no querer acostarse con él. La razón de las violaciones sexuales y los feminicidios es una sola: el género.

Ninguna mujer es culpable y provoca que la violen, la golpeen y la asesinen. Ninguna mujer pide ser violada, o que le griten guapa en la calle, que le toquen las nalgas o las tetas en el autobús. Si una mujer dice no es no, así sea su pareja. Las mujeres no somos objeto de nadie y esto lo deben de entender los jueces, el sistema. Necesitamos un sistema de justicia con perspectiva de género, gente capacitada que tenga el conocimiento sobre el patriarcado, para que lleve los casos y dicte sentencias con todo el peso de la ley.

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