divendres, 16 de febrer del 2018

La rebelión no violenta empieza a ser un valor


Nos llamó la atención un artículo publicado en la sección de Ciencia, Educación y Tecnología por El País, cuyo texto es de José L. Álvarez Cedena y que destaca la iniciativa del Instituto Tecnológico de Massachusetts, más conocido como MIT, y específicamente de su Media Lab, de establecer el Premio a la Desobediencia.




Álvarez nos da el contexto haciéndonos recordar cuando Mahatma Gandhi, en 1930, se llevó un puñado de sal a la boca en Dandi, gritando “con esta sal haré que se tambaleen los cimientos del imperio”. Sigue con John Ford, que en 1950, al intervenir brevemente en una reunión del sindicato de directores convocada por Cecil B. De Mille para expulsar Joseph Leo Mankiewicz por comunista, dijo: “Me llamo John Ford. Hago westerns. No hay nadie en esta sala que sepa como Cecil B. De Mille lo que quiere el público americano y cómo dárselo. Pero no me gusta usted Cecil, no me gusta lo que representa y no me gusta lo que está diciendo esta noche”. También el caso de Rosa Parks en Alabama, sentándose en el lado del autobús reservado a los blancos en 1955; un gesto que convirtió a una mujer humilde en un símbolo. Y también Henry David Thoreau, y Leon Tolstoi, y Nelson Mandela. 

Hay en la historia ejemplos de rebeldes que con su actitud y sus acciones han conseguido cambiar las cosas. Mujeres y hombres que se negaron a obedecer lo establecido y, con la no violencia, pudieron modificar leyes, organizar movimientos e incluso enfrentarse a países enteros. Muchos de ellos -incluso saliendo airosos de sus batallas- han sido reprimidos, ignorados, aislados o castigados por su actitud. Pero ahora el MIT, uno de los centros educativos más prestigiosos del mundo, quiere reconocer sus aportes con un premio.

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