dijous, 18 d’octubre del 2018

La canonización de Óscar Romero es la búsqueda del perdón de la Iglesia con el pueblo latinoamericano


Óscar Romero ha sido durante décadas considerado de forma extraoficial el gran santo del cristianismo latinoamericano, un mártir de las fuerzas represoras que han subyugado a la población de tantos pueblos del continente. Romero fue uno de los pocos ejemplos de figura eclesiástica relevante comprometido con los pobres, al contrario que la casta religiosa que ha estado al lado de los poderosos en Latinoamérica. El Papa Francisco acaba de canonizarlo, y ésta se trata de una acción pública de la Iglesia con importantes connotaciones.





"Haga patria, mate a un cura". Esta es una de las consignas que la sangrienta ultraderecha proclamaba en El Salvador en los tiempos previos a que Óscar Romero recibiese un tiro en la cabeza mientras daba misa en marzo de 1980. Le mató un francotirador que, como se demostraría después, formaba parte de los escuadrones de la muerte financiados por la CIA en un intento estadounidense por controlar la zona. Se creía que el FLMN, apoyado por el pueblo, llevaría al país a la misma senda marxista que recientemente había pasado con los rebeldes sandinistas en Nicaragua. Gobierno y escuadrones causaron, según la ONU, un 95% de las muertes que se vivieron durante la llamada Guerra Civil. En este contexto hay que entender que una parte de los curas, especialmente los de la línea jesuita, apoyaban al pueblo y pedían por el fin de la violencia, lo que era visto como una amenaza política a los intereses de la derecha.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada