divendres, 12 d’octubre del 2018

MEMORIA HISTÓRICA La biografía de la espuma, Walter Benjamin y el refugio


Sin espacios de la memoria es más fácil olvidar. Si el recuerdo no está siendo capaz de evitar la barbarie, el olvido representa la extinción de la esperanza.

Benjamín Walter fue el nombre con el cual el médico español que certificó su fallecimiento decidió llamar al refugiado que se había suicidado, en 1940, sin papeles para cruzar la frontera. El 17 de octubre de 1941, su amiga Hannah Arendt escribe a Gershom Sholem una carta referida a las circunstancias de su muerte:




Lo demás lo sabrá usted seguramente: que tuvo que partir con personas que le eran completamente desconocidas; que eligieron el camino más largo, que implicó una caminata a pie por la montaña de aproximadamente siete horas; que por razones inconcebibles destruyeron sus documentos de residencia franceses y así se impidieron ellos mismos la vuelta a Francia; que luego llegaron a la frontera española justamente veinticuatro horas después de su cierre a personas sin pasaporte nacional —a todos tan solo nos quedaban los papeles del consulado americano—; que Benji se había derrumbado varias veces ya en la ida; que a la mañana siguiente deberían ser entregados en la frontera española, y que él, en la noche que se les había concedido, se suicidó.

El cuerpo de Walter Benjamin, enfermizo e indeseable para el régimen nazi, fue enterrado en el cementerio de Portbou, un pueblo situado en el alto Ampurdán (costa brava española), en la frontera con Francia.

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