dilluns, 12 de novembre del 2018

Caravana migrante hacia EE UU No es el sueño americano, es la pesadilla


Caminar, caminar y caminar hasta que los pies revienten, hasta que el cuerpo no pueda más. Avanzar y avanzar hacia el lejano norte, aunque no suponga, tal y como muchas crónicas nos resumen, encontrar el sueño americano. Porque bien al contrario, la razón principal de que miles y miles de mujeres y hombres, de ancianos y niñez hoy atraviesen bosques, ríos, montes, desiertos y barreras policiales en Centroamérica, no es esa hipotética búsqueda de la tierra prometida cual relato bíblico que nos están contando; la verdadera razón es huir de la pesadilla en la que se han convertido sus países de origen.




No hay sueño, sino pesadilla. Cuando la vida no alcanza ni a la simple sobrevivencia las personas se ponen en marcha; es un éxodo que se ha repetido miles de veces a lo largo de la historia en busca de la vida digna, esa que todo sistema político y social debería de tener no solo como primer proclama discursivo, sino como principal práctica diaria. Porque las grandes declaraciones de la clase política tradicional nos suelen recordar con cierta insistencia que el derecho a la vida debe de estar en el centro de nuestros anhelos; sin embargo, suelen olvidar que el mayor y primero de los derechos debería verse complementado con la coletilla (nunca una coletilla fue tan importante) de a una vida digna.

Así, a millones de personas en Honduras, El Salvador y Guatemala se les ha robado este derecho. El sistema dominante establece hoy que éste lo es solo para las minorías enriquecidas, aquellas que cada día son más minoría pues la brecha de la desigualdad se ensancha y profundiza continuamente, arrojando más y más personas al territorio de las mayorías empobrecidas, mientras aumentan las riquezas de las primeras.

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