dilluns, 12 de novembre del 2018

Cuando los náufragos son migrantes


El 1 de noviembre se cumplían 30 años desde que apareciese el primer migrante muerto en las playas andaluzas resultado del primer naufragio de una patera del que tenemos constancia, en el que murieron 18 personas. Pese a ello, pareciera que seguimos siendo incapaces de recibir a estas personas como a seres humanos, como a náufragos, una categoría que aparentemente sigue limitada a las personas blancas y de países ricos. Las personas negras y magrebíes son inmigrantes, son números, son ‘estos’ que ya ni siquiera saben dónde colocar. ¿Serían recibidos así si fuesen europeos, si fuesen blancos?




Aquí, en el puerto, envueltos como las protagonistas de la serie en mantos rojos, estos hombres y mujeres quedan uniformizados, borrada su identidad individual, que hay que escudriñar, con la dificultad añadida de la oscuridad de la noche, en sus gestos, en su mayoría, contenidos, inexpresivos, aliviados por la inminencia de tocar la tierra prometida, y tensados por el temor a lo que está por venir.

Es probable que muchas de estas mujeres terminen prostituidas por redes de trata o explotadas, como también muchos de estos hombres, en las áreas más precarias y desprestigiadas de nuestra economía, como la agricultura o el trabajo doméstico.

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