Los migrantes vuelven al camino. Con autobuses o a pie. Eso es lo de menos. Este viernes, a las cinco de la madrugada, retomaron la marcha hacia el norte. Dejaron el albergue que por cinco días los acogió en Ciudad de México. La desesperación por avanzar se impuso frente a los argumentos de quienes planteaban esperar a conseguir transporte. La meta es Estados Unidos y no podían aguardar más.
Así lo decidieron ayer durante la asamblea nocturna que realizaron en el estadio Jesús Martínez Palillo, donde se resguardaron varios días para recuperar fuerzas, esas que se desgastaron tras recorrer los más de mil 600 kilómetros que separan a San Pedro Sula, Honduras –de donde salieron el pasado 12 de octubre– de Ciudad de México.
Su siguiente escala será Querétaro y su destino final, antes de pisar territorio estadunidense, Tijuana. Ansiosos, los miles de participantes en la caravana migrante esperaban el regreso de la comitiva que la tarde de ayer marchó desde el campamento, ubicado en la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca, hasta la sede de la Oficina en México del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH), en Polanco, para pedir que les dotara de autobuses para viajar más seguros por el norte del país
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