dissabte, 14 de setembre del 2019

Fake news, las mentiras de la posverdad y el riesgo para el periodismo y la sociedad global


“Noticias falsas”, es el significado literal del término fake news. Sin más. Cualquier otra pretendida acepción o explicación pasa por ser distractor, una distorsión o engaño, como cuando el término pretende traducirse por “prensa libre”. Y no son más que viles falacias; mentiras es lo que son.

Pero ah, cuánto circulan por las redes. Por millones y con múltiples intenciones. Unas veces por negocio, otras como distractor, otras tantas con fines ideológicos y políticos, de manipulación de la opinión de la gente para ocultarle la verdad, negarla o distorsionarla. Es decir, van desde el entretenimiento hasta el encumbramiento de políticos de todos niveles del poder. Es amplio el espectro que abarca.




Incluso hay categorías, o por grandes temas, según los fines o intereses que se mueven o quiera imprimirse a las personas, para imponer una imagen distinta o de plano torcer la realidad. Son sutiles porque, en su efectividad, atacan directamente a la emoción del usuario, del público.

Las fake news resultan tan comunes como las propias redes sociales; como si fueran parte “funcional” de los celulares. Pero por lo mismo, fluyen desde el smartphone hacia los foros de amigos, tan amplios como cada asociado y su propio círculo de amistades. Corren como pólvora.

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