Querido Ellacu:
Varias veces me he preguntado qué Iglesia nos han dejado ustedes y cómo andamos hoy. Posiblemente me ciegue el cariño, pero creo que aquella Iglesia, la de Monseñor Romero, era una Iglesia salvadoreña, popular, de pobres y mártires. Y era una Iglesia cristiana, pueblo de Dios, recuerdo vivo de Jesús y portadora de su Espíritu. Historia y trascendencia caminaban de la mano.
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