En medio de un cierto desinterés general terminó hace una semana la cumbre de Cancún. Quizá porque su fracaso era previsible los "líderes mundiales" quisieron evitar otro embarazoso fiasco hipermediatizado y optaron por dar al evento un perfil mucho más bajo que su predecesora en Copenhague. No en vano, según la documentación dada a conocer por WikiLeaks, el jefe del gabinete del presidente de la Comisión Europea Durão Barroso afirmó que Cancún sería como "Pesadilla en Elm Street II, y ¿quién quiere ver esa película de terror otra vez?". Razón no le falta.
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