La buena noticia es que este espejo, ahora en sentido inverso, parece alentar la cada vez más cierta la ruptura de un Régimen, el de la Transición, que hoy en día sólo funciona como corsé para la construcción de una democracia con un mínimo de dignidad y justicia social, que reconozca el ejercicio de todos los derechos humanos. Los individuales y los colectivos.
Fue precisamente en América Latina donde primero se evidenció el agotamiento del régimen político y económico neoliberal.
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