Ahora, la Alianza ha encontrado una nueva razón de ser: la tensión con Rusia, aunque se viene fraguando desde hace tiempo por la expansión de la OTAN hacia Europa del Este, el antiguo campo de influencia ruso. El movimiento de los países occidentales contravenía el pacto al que llegaron Mijaíl Gorbachov, el último dirigente de la URSS, y el presidente de EEUU Ronald Reagan de no extender la organización militar hacia las fronteras rusas. Sin embargo, acabarían ingresando como miembros Polonia, Hungría, República Checa, Bulgaria, Letonia, Lituania, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Albania y Croacia. “La URSS se había desmembrado, aparecieron 28 repúblicas independientes, en medio de una crisis política, económica y social, lo que hizo que no tuviera capacidad política para responder a esa ampliación de la OTAN hacia sus fronteras”, explica Ortega.
“La OTAN se otorga el derecho a ser policía mundial cuando tiene intereses en algún conflicto”.
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