En España, la situación es escandalosa, con un Estado del Bienestar tardío en su desarrollo y con diferencias significativas con los países más avanzados ha sufrido unos recortes que están deteriorando su funcionamiento. Las bondades que aún existen son contrarrestadas con una realidad que muestra el mal uso de los recursos públicos, el despilfarro, el tráfico de influencias, el clientelismo, el favoritismo y la corrupción. El uso de cargos públicos y de representación para enriquecimientos ilícitos personales es grave. La quiebra moral y social que esto supone y el desprestigio de la política que se da entre gran parte de la ciudadanía está generando una gran fractura. Un malestar recorre Europa y en concreto en España.
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