dilluns, 11 d’abril del 2016

La sociedad corrupta



Las filtraciones de los llamados “papeles de Panamá” demuestra, una vez más, el nivel de corrupción generalizado del sistema mundial actual. La corrupción campa a sus anchas por todos los rincones del planeta. No está uniformemente distribuida, en unos sitios hay más que en otros, pero de lo que no cabe duda es que es algo intrínseco al propio capitalismo global. Probablemente, a medida que pase el tiempo, se verá la verdadera dimensión del problema. Sin embargo, cada uno de nosotros, ciudadanos corrientes, puede también llegar a significativas conclusiones simplemente observando lo que pasa a su alrededor.

Y es que basta con analizar un poco lo que uno vive día a día para darse cuenta, al menos en sus líneas generales, de la sociedad en que vivimos. Porque, por ejemplo, cuando uno paga por algo y no recibe la correspondiente factura está de alguna manera contribuyendo a la sociedad corrupta de la que forma parte. Indudablemente, hay grados. Desde el punto de vista cuantitativo, no es lo mismo no pedir una factura para ahorrarse unos pocos euros que crear una sociedad fantasma en paraísos fiscales para evitar el pago de millones de euros en impuestos. Pero desde el punto de vista cualitativo no hay tanta diferencia. En el momento en que nosotros mismos nos corrompemos, o hacemos la vista gorda, contribuimos a la sociedad corrupta. El gran problema, según lo veo yo, no es tanto el volumen que alcanza la corrupción en nuestros tiempos, sino la mentalidad que tiene mucha gente de tolerar la corrupción, o incluso participar en ella, aunque sólo sea con un pequeño grano de arena. Y es que en verdad la sociedad entera está corrupta.

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