divendres, 20 de maig del 2016

Infecunda (por Ilka Oliva Corado



Nunca fue una ilusión profunda, pero en algún momento de mi adolescencia pensé ser mamá, quería cuatro crías. Fue fugaz porque después se me fue quitando hasta que a los 22 decidí no parir y enfrentar con responsabilidad las consecuencias de mi decisión, que sí las he tenido y han dolido en la vena.

Mi miedo más grande en la vida es el de ser mamá, el solo pensarlo me angustia y me corta la respiración. Me consume porque renuncié a ser mamá por mi inestabilidad emocional y por mi deplorable condición económica. Por mi caos constante y estas turbulencias anímicas que me desgastan.

Decidí no traer hijos al mundo para no darles la misma vida que yo he tenido, para que no vivan mi miseria, para no obligarlos a trabajar desde niños. Para que no tengan una mamá ausente que no sepa cómo tratarlos y los destruya y los hiera constantemente. Que los convierta en despojos y que en lugar de darles una vida integral los haga infelices e inseguros.

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