diumenge, 1 de maig del 2016

Por una Iniciativa Legislativa Popular para pedir el cierre ordenado y urgente de las centrales atómicas en España





El 11 de marzo, con motivo de los cinco años de catástrofe continuada en Japón, aparecieron algunos comentarios críticos con la energía atómica en varios medios de información. El tópico del declive de la energía nuclear, que llevará de forma natural al apagado de los reactores reverdeció por un día. Pero una cosa son comentarios de un día (o de dos, si consideramos que en abril se recordará que Belarus y Ucrania llevan treinta años sufriendo bajo Chernóbil), y otra muy distinta la dura realidad de los 363 días restantes.

Esa dura realidad ofrece evidencias palpables de la triple complicidad entre la industria atómica y sus seguidores, los gobiernos de turno, y el llamado organismo regulador (el Consejo de Seguridad Nuclear, o CSN) para que las centrales puedan alargar su funcionamiento a sesenta años. Las consecuencias ambientales y sociales de ese funcionamiento no son algo que preocupe especialmente a las tres partes mencionadas.

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