A quienes enaltecen –como los Republicanos de los Estados Unidos, los partidarios de Le Pen en Francia o los nazis alemanes…- posiciones totalmente adversas al ejercicio de los Derechos Humanos y valores éticos, poniendo en peligro la seguridad y azuzando a los violentos, hay que enfrentarlos sin dilación.
Porque está claro que quien siembra humillación y desprecio es responsable de la cosecha de animadversión y odio.
Ya vemos a que ha conducido la sustitución del multilateralismo democrático por la plutocracia; los valores éticos por los mercantiles; la cooperación por la explotación.
Se requiere, pues, un cambio radical de actitud para poder hacer realidad a escala global la igual dignidad de todos los seres humanos.

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