Cada vez más profesionales son atraídos por trabajos agrícolas bien remunerados y alejados de las presiones de la ciudad.
A pocos kilómetros de una de las playas más populares para los jóvenes de América Latina, un grupo de veinteañeros vive alejado de las discotecas, el surf y el bronceado. A pesar de eso, tienen buenos ingresos, manejan sus propios negocios y no sufren el estrés de las grandes ciudades.
Nacieron en estas tierras y –al contrario que sus padres, para quienes el campo fue un destino fatal- estos jóvenes encontraron en la agricultura una verdadera vocación. Y lo que es mejor, una oportunidad de labrarse un futuro profesional a largo plazo, a pesar de la intensa carga de trabajo.
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