divendres, 7 d’octubre del 2016

El Antropoceno, un destino inevitable


El capitalismo global se convierte en el principal agente geomorfológico, sobrepasando los de origen natural. Un simple vistazo a la imagen en Google Earth de las costas europeas o la minería a cielo abierto de los Andes podría servir para ejemplificar este aserto.





La aparición en los medios de la noticia sobre una entelequia, para la gran masa de lectores, denominada Antropoceno ha despertado cierto interés del que no participan otros interesantes sistemas geológicos del Cenozoico, como podrían ser el Paleoceno, el Eoceno, el Oligoceno, el Mioceno y el Plioceno (aunque el último condicionó de manera notable la geosfera y biosfera actuales).

De este desconocimiento se salva únicamente el Pleistoceno, gracias al yacimiento de Atapuerca, que aparece como referencia de carcundia o 'viejunez' en chistes y sesudas tertulias, aunque quienes lo emplean desconocen, mayoritariamente, su alcance cronológico y, casi con total certeza, los avatares y mudanzas de sus límites temporales.

Se conoce poco del crucial Holoceno que, junto al Pleistoceno, configura, sin especial discusión, el Sistema Cuaternario. El Holoceno resulta de especial interés, ya que la mejoría climática, postglacial, que tuvo lugar en él dio paso a las poblaciones modernas de las que formamos parte. Hace años tuvo cierto predicamento el término Antropozoico, que ven a sustituir al Cuaternario dando preeminencia a la aparición del hombre. 




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