dilluns, 24 d’octubre del 2016

El todo y la nada


Como era de esperarse, las masivas movilizaciones contra la violencia de género enfrentaron diversas campañas de boicot y desprestigio. Una de ellas intentó boicotear la consigna “Ni una menos” desde la consigna “Nadie Menos”, impulsada por sectores claramente machistas y reaccionarios pero con la intención de convencer a personas bienintencionadas para que retiren su apoyo a la causa. Ésta estrategia tiene antecedentes, algunos más recientes que otros, y en todos los casos tuvo como objetivo mantener la impunidad y el privilegio de un sector sobre otro




El uso de la palabra “femicidio” supone una particularidad en los crímenes que excede lo “decorativo”, exhibe una realidad que muchas veces intenta ser ocultada, más allá del simple “asesinato”. Desde los medios masivos se utilizó durante mucho tiempo el concepto “crimen pasional” el cual enmascaraba el problema y hasta subliminalmente suponía una “justificación” de éste, como si “la pasión” fuera una forma de absolución del femicida. Tal vez resulte impertinente explicar lo obvio, pero incluso en el caso de Lucía Pérez se debate el uso del concepto femicidio.

La consigna “nadie menos” tuvo distintas formas pero un mismo objetivo: deslegitimar las particularidades que nos convocaron, y sostener la impunidad patriarcal. Una de ellas fue con un gráfico con tres manos (una pequeña como la de un bebé) buscando representar el “ideal de familia”, es decir una pareja heterosexual (una mano de un hombre, y otra de una mujer) y un hijo. En el cartel, debajo del “nadie menos” dice “ni hombres, ni mujeres, ni ancianos ni niños” y sus colores son celeste y rosa (el celeste se impone sobre el rosa). Esta campaña supuestamente “pacifista” de “si a la vida” no difiere mucho de las consignas de muchas ONGs, que pocas respuestas dan a los problemas que dicen enfrentar en sus campañas

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