dimecres, 19 d’octubre del 2016

Las Patronas o la multiplicación de los panes


Un acontecimiento luminoso dentro de la negrura de las malas noticias es el estreno del documental Llévate mis amores, dirigido por tres chavos –todos menores de 30 años– que querían reactivar una radio comunitaria en Paso del Macho, Veracruz, y se quedaron impactados ante Las Patronas: Arturo González Villaseñor, entonces de 25 años; Antonio Mecalco, fotógrafo también de 25, e Indira Cato, la productora de 20 años que entregó seis años de su vida al proyecto. Consiguieron una maravillosa editora, Lucrecia Gutiérrez Mopomé, la única mayor, de 50 años. Ya había reportajes televisivos sobre La Bestia y los migrantes, pero ellos decidieron centrarse en el trabajo de Las Patronas e hicieron la película con un equipo prestado. 

Pagaron sus propios viajes al paraje La Patrona, en el municipio de Amatlán de los Reyes, y durante la filmación ayudaron a preparar las bolsas y comieron lo que preparaban sus entrevistadas. Llévate mis amores demuestra que si nuestro país quedara en manos de jóvenes de este calibre, otro gallo nos cantara.



Un mediodía de 1995, Bernarda Romero, quien nunca se casó, y Rosa Romero, que dice todo lo que piensa, regresaban a casa con sus bolsas del mandado, y al pasar cerca de la vía del tren escucharon voces de hombres asidos a un vagón: Tengo hambre. Se acercaron al tren y tendieron sus bolsas de plástico a varias manos ansiosas. A partir de ese momento idearon preparar arroz y frijoles, llenar bolsas de plástico y añadir botellas de agua hervida al paso del tren. Levantar en lo alto el lunch providencial que saciaría el hambre de un desconocido

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