La hostilidad que el gobierno español muestra hacia las energías renovables se puede ilustrar de la forma más evidente con el llamado “impuesto al Sol” (se trata de un impuesto que deben pagar los usuarios que producen algún tipo de energía renovable para autoconsumo). Con esta hostilidad ha conseguido por un lado parar casi en seco el despliegue de las energías renovables en España, que se ha situado a la cola de Europa en cuanto a nuevos proyectos, cuando hace muy pocos años ocupaba una posición líder. Y por otro lado, también ha conseguido frenar la iniciativa de mucha gente que nos proponíamos empezar a producir electricidad instalando una simple placa fotovoltaica en la azotea de casa.
Pero a pesar de esta carrera de obstáculos, las personas y organizaciones que están trabajando por un cambio de modelo energético proponen alternativas que nos acerquen al objetivo de producir y consumir energía renovable y cooperar en su expansión.
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