dimarts, 22 d’agost del 2017

LA CONCENTRACIÓN DEL PODER ES UNA ENFERMEDAD QUE SOLO SE CURA CON JUSTICIA Y DEMOCRACIA.


Una auténtica democracia tiene un sistema de pesos y contrapesos gracias al cual se produce un equilibrio saludable entre la voluntad del pueblo soberano y la de sus representantes en los estamentos del Estado, del gobierno y de las organizaciones del sector civil; un sistema en el cual no existen polos de poder absoluto contra cuyos excesos la ciudadanía sea impotente por no contar con los mecanismos para intervenir. Ese ideal de democracia parece no existir. De hecho, actualmente se vive un anti sistema impuesto por los países dominantes, caracterizado por extrema codicia, abuso y privilegios destinados a convertir a un pequeño círculo de políticos y empresarios en auténticos emperadores.




El mundo actual, por lo tanto, es un campo abierto a disposición de esos centros de poder absoluto desde donde emanan los parámetros que definen el presente y el futuro de los pueblos. A partir de esta forma de colonización política y económica se da paso a una forma de colonización ideológica tan perversa, como para abolir todo concepto de nación entre ciudadanos deslumbrados por el consumismo y las promesas de un “american way of life” instalado como su ideal de vida. La perspectiva de una vida más fácil no es gratuita; implica la renuncia a ciertos valores como la independencia, la identidad, la preservación de la cultura y la visión de nación como pilar básico para un desarrollo integral.


A este complejo escenario se suma, entonces, el peligro de tener a un hombre poco instruido, de innegable tendencia racista, xenófobo y, para colmo, irreflexivo, a cargo del gobierno más poderoso del planeta, de cuya fuerza gravitacional está cautivo nuestro continente.

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