Trabajaron años para sostener la economía de dos países. A uno, Estados Unidos, le aportaron mano de obra e impuestos; al otro, México, le mandaron remesas que mantuvieron a miles de familias y comunidades. Ahora son migrantes retornados y los dos gobiernos no se hacen cargo de sus especiales necesidades.
“Son las incongruencias del sistema de Estados Unidos, que no te da un estatus legal, pero si te da un número para pagar impuestos cada año”, dijo a IPS la activista por los derechos de los migrantes, Ana Laura López.
Ella misma fue deportada en septiembre de 2016, después de 16 años viviendo en la ciudad estadounidense de Chicago.
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