En las últimas décadas, las relaciones entre Estados Unidos y América Latina se caracterizaron por numerosas tensiones en el marco del auge de gobiernos progresistas. Las críticas a tales experiencias fueron sistemáticas. La mancuerna sector privado-gobierno de EE.UU. aglutinó a un importante número de académicos y voces expertas agrupadas por Think Tanks con importante repercusión en la prensa. Ésta contribuyó a construir, difundir y consolidar una perspectiva negativa sobre dichos procesos, calificados como: corruptos, ineficientes, autoritarios, anti democráticos, etc.
Estos Think Tanks contribuyen a posicionar determinados temas en la agenda regional imponiendo, desde un inicio, la carga/percepción (positiva o negativa) que los caracterizará.
Si bien los Think Tanks, suelen ser definidos como “organizaciones independientes, sin fines de lucro, no vinculadas a partidos políticos, que se dedican a estudiar aspectos de política interna e internacional”, en la práctica, sus acciones y alcances trascienden tal definición. Tienen, al menos, dos funciones
1) La de asesoramiento del Gobierno...
2) La de proveedor de información experta para prensa hegemónica.
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