diumenge, 21 d’octubre del 2018

ARABIA SAUDITA: Caso Khashoggi: Oda a la hipocresía


Desde el dos de octubre último, el mundo busca al periodista saudita Jamal Khashoggi, de quién se desconoce su suerte tras haber ingresado al consulado del Reino Saudita en la ciudad turca de Estambul, en procura de documentación para casarse. Su novia que esperaba afuera, fue quien inició la campaña que ya tiene característica de reclamó mundial. En Estambul a partir de entonces todo fue hipótesis y misterios, sobre su suerte.




Nadie, que mínimamente sepa qué representa Arabia Saudita en el espectro internacional podrá sorprenderse de este asesinato, uno más de los miles que, con su avaricia y repugnante nervio especulativo , siempre a las órdenes del Pentágono, ha cumplido desde fines de la Segunda Guerra. Riad  desempeña su rol de killer, financiando infinidad de ataques y operaciones por cuenta de Washington, como el atentado a la Estación de Bolonga en agosto de 1980, la financiación de los Contras en Nicaragua, la asistencia de los grupos ultramontanos que combatieron en Afganistán a la Unión Soviética y continuaron haciéndolo en Chechenia, más la responsabilidad que cargan los Saud, por el dolor y la muerte que provocaron sus acciones en Libia y Siria, sin olvidar la guerra privada que el Reino lleva,  desde marzo de 2015,  contra el pueblo yemení, habiendo provocado 30 mil muertos, el colapso de todo el país y trece millones de personas al borde de la hambruna. Por lo que sorprenderse por el asesinato de Jamal Khashoggi, es una oda a la hipocresía.


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