La santificación de la propiedad privada y la falta de límites engendran monstruos.
No es una persona, no es un hombre, una mujer. Se trata de un conjunto no muy bien definido de personas cuya ley única es costo-beneficio, que sólo procura como base intelectual ganar mayor beneficio económico de sus ocasionales actividades a cualquier precio, que su propia inversión, una clase minoritaria de personas que fuera de aquella ley no es nada, pues sólo representa esa ley. Esta clase muy minoritaria de personas, una vez refiere a un territorio demarcado políticamente, otra vez él es difuso, y otra, por fin, tiene alcance universal o parcialmente universal. Los une la misma ley antes citada.
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POR JULIO MAIER
Quizás, como alguien dijo, se destaca semánticamente por sus cualidades negativas: nada conoce de solidaridad, de pobreza, de hambre, de destrucción o de sus virtudes contrarias, pues su única ley, que preside todos sus actos, resulta de la utilidad económica que una actividad ocasional produce. Fuera de ese beneficio no hay nada, esto es, sólo un agujero negro que a la nada conduce. De tal manera, el mercado defenderá a una autoridad planetaria, Macri entre ellos, siempre y cuando un complicado juego de inversiones en monedas permita, mediante una compleja operación de compra y venta que sólo ellos realizan a conciencia, superar el costo de ese dinero; lo arrinconarán como ratón en su cueva cuando la operación deje de producir beneficios. ¡Ah! Y me olvidaba, ellos atentan contra ellos mismos en su anonimato, porque quieren ser los dueños del mundo, cada vez menos que antes, los que acumulan aquello que han llamado riqueza de modo inmundo, frente a otros que carecen de todo o casi todo, la pobreza, en un territorio común, diferencia que carece de todo sustento racional y práctico; hasta se dan el lujo de sostener la regla de la igualdad, por supuesto, por debajo de la necesidad del costo-beneficio, primaria en todo caso. La reunión que ellos realizan en Davos todos los años o cada tanto, en forma privada, da cuenta de la existencia del mercado y de las personas que lo componen, de estos caracteres, mucho mejor de aquello que yo puedo consignar con palabras.
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