divendres, 11 d’octubre del 2019

América Latina : Bienvenida la rebelión


Varios países de nuestro continente están en plena efervescencia social. Las protestas callejeras de Ecuador, Argentina, el propio Brasil, Perú y otras naciones tienen en común el rechazo a las políticas económicas neoliberales, el repudio a la corrupción de las dirigencias políticas y los consabidos abusos empresariales.

 A varias décadas de la restauración más salvaje del capitalismo, el balance que hacen nuestros pueblos es desolador en cuanto a la alta concentración de la riqueza, la profundización de la inequidad social y, consecuentemente, la consolidación de lacras como el narcotráfico y la delincuencia común. El gran detonante de estas convulsiones son el crecimiento de la pobreza, los procesos migratorios y la desvergüenza de los gobiernos y parlamentos, los que se supone representan a sus ciudadanos.




A lo anterior, hay que sumar la pérdida de nuestras soberanías nacionales, la apropiación de los inversionistas extranjeros de nuestros yacimientos, bosques y fuentes acuíferas, además de la administración de los principales recursos financieros y la forma en que las más poderosas empresas manejan las decisiones políticas, sobornando transnacionalmente a nuestros gobernantes, parapetándose detrás de los abusivos tratados de libre comercio consentidos por nuestros propias gobiernos. Además de controlar los grandes medios de comunicación.

 Chile no escapa al malestar que, por ahora, se aprecia más nítido y radical en algunos países vecinos. El sistema previsional, el colapso de la educación pública, los abusos de las cadenas y laboratorios farmacéuticos y, ahora, el encarecimiento brutal que experimentan los bienes y servicios más fundamentales han volcado a las calles a cientos de miles de estudiantes, jubilados, como a múltiples organizaciones medioambientales preocupadas por la forma en que se sigue carbonizando nuestra energía y depredando nuestro medio ambiente de manos de la usura y la impunidad judicial. Aunque, paradojalmente, se premia internacionalmente a un mandatario que permite la depredación de la naturaleza y desprecia la regulación fiscal en los negocios.



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