Las grandes empresas agroalimentarias están desesperadas por presentarse a sí mismas como parte de la solución a la crisis climática. Pero no hay manera de conciliar lo que se necesita para sanar nuestro planeta con su inquebrantable empeño por crecer
La Cumbre de Acción Climática de la ONU de esta semana es complicada para los directores generales de las agroindustrias. Con los incendios forestales en la Amazonia, un nuevo informe sobre el sistema alimentario elaborado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), y millones de jóvenes en las calles clamando por terminar con los combustibles fósiles y cerrar las granjas industriales, será difícil para las mayores empresas de alimentos y agroindustria del mundo cumplir otra ronda de compromisos voluntarios para reducir sus gigantescas emisiones.
Las grandes empresas agroalimentarias están desesperadas por presentarse a sí mismas como parte de la solución. Pero no hay manera de reconciliar lo que se necesita para sanar nuestro planeta con su inquebrantable cometido por crecer. No podemos enfrentar la crisis climática si se permite que estas empresas sigan abasteciendo, procesando y vendiendo cada vez más productos agrícolas, ya sean carne, leche, aceite de palma o soja. Sus enormes cadenas de suministro son las que impulsan las catastróficas emisiones del sistema alimentario, que, según el IPCC, representan hasta el 37% de las emisiones mundiales de gases con efecto de invernadero.

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