Las epidemias de depresión, el consumo de fármacos, el hedonismo depresivo de los adolescentes, la patología de responsabilidad desmedida, el sentimiento irremediable de “estar en falta”, el “no dar la talla”, la asunción como “problema personal” de aquello que es un hecho estructural del sistema de dominación, no son más que las señales de que el capitalismo contemporáneo nace tal como lo confirma la cultura norteamericana con la primacía del yo y los distintos relatos de autorrealización formulados para sostenerla»
Desde muy temprano las vidas deben pasar por la prueba de si van a ser o no aceptadas, si van a tener lugar o no, en el nuevo orden simbólico del Mercado. El Mercado funciona como un dispositivo que se nutre de una permanente presión que impacta sobre las vidas marcándolas con el deber de construir una vida feliz y realizada, la creciente expansión del fenómeno de la autoayuda da testimonio de ello, construcción imposible ya que lo “ilimitado” de las exigencias del Capital está hecho para impedir la realización plena que se demanda. Es una explotación sistemática del “sentimiento de culpabilidad” que formalizó Freud en el Malestar en la Cultura.

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