Las fuertes medidas tomadas por el Gobierno turco después del fallido golpe de Estado asustan a los inversores internacionales.
La respuesta del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, al intento de golpe de Estado tras una sublevación militar que tuvo lugar la noche del 15 de julio, perjudica a la economía del país, lo cual al mismo tiempo podría suponer un alto riego para el mandatario turco, opina Henrik Mueller, columnista de la revista alemana 'Der Spiegel'.
"El poder del presidente turco Recep Tayyip Erdogan es limitado: necesita la confianza de los inversores extranjeros", indica Mueller en su artículo 'Negocios en Turquía: El talón de Aquiles de Erdogan'. A su modo de ver, Turquía depende demasiado del capital extranjero como para no tener en cuenta los intereses de sus inversores principales.

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