En esta remota comunidad, entre las montañas de un valle interandino de Bolivia, un grupo de mujeres aprendió a combatir las intensas heladas y la escasez de agua con cultivos en las llamadas carpas solares, y a preparar con ellos para sus familias nutritivos alimentos que hasta hace nada desconocían.
En un paisaje dominado por la vegetación sobreviviente al clima oscilante entre temperaturas gélidas y medias de Phuyuwasi, en el departamento central de Cochabamba, Maribel Vallejos relata a IPS cómo el proyecto de esos huertos familiares tipo invernadero en que participa cambió su vida y la de sus compañeras.
Especialistas de varias disciplinas llegaron hasta los municipios de Pocona y su vecino Pojo, con poblaciones dispersas en aldeas y caseríos, bajo un concepto integral de apoyo que comprende desde la producción de alimentos, la transformación o la comercialización, hasta el consumo, acota el coordinador nacional del programa, Abdón Vásquez.
Cuando los técnicos arribaron en 2015, en la zona se consumía arroz, huevos, y algo de carne de pollo. Hoy la ingesta diaria de los integrantes de las familias incluidas en el proyecto aumentó en unas 800 calorías en proteínas, vitaminas y minerales aportadas por las verduras y hortalizas producidas por sus habitantes, relata Crespo.
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