La pedagogía tradicional vertical, presume de modernizante con mega construcciones –Unidades Educativas del Milenio- pero desconoce que lo cognitivo se marchita sino construye desde el amor y la libertad, que son hechos próximos, cotidianos y pequeños. Rousseau nos recuerda que los niños solo aprenden lo que aman y Celestin Freinet nos insiste en que educar no es educar sino crear condiciones de aprendizaje.
La distancia es clara, la pedagogía del poder es colonial, enorme, lejana e hipertrófica (UEM) y la escuela crítica libertaria, es des-colonial – descolonizante, confrontando al poder en su gama de representaciones: política, económica, étnica, de género etc.
Las escuelas críticas enfatizan su particular rechazo a la dominación del cuerpo, porque es ahí donde la libertad se hace justicia u vergüenza. Asume el enfoque de respeto e igualdad de género como un paso necesario a la libertad. Descoloniza y rechaza todo desplazamiento cultural, toda occidentalización de forma y contenido
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