dissabte, 14 de juliol del 2018

Descubriendo el sufrimiento de Centroamérica


Parece ser que los expertos y políticos estadounidenses acaban de descubrir que las decisiones de Washington hacen mucho daño a las familias centroamericanas. Para el New York Times, “separar a las familias… es algo nuevo y malicioso” que refleja la “falta de corazón de Trump” y viola los “valores fundamentales estadounidenses”. “Por lo visto, es como si se estuviera pervirtiendo la idea de EE. UU.”, añadía Alex Wagner (The Atlantic). Los Angeles Times piensa que “el enfoque desalmado de la administración respecto a la aplicación de la ley ha cruzado la línea hacia una abyecta inhumanidad”, al abandonar –así se supone que tenemos que creerlo- las prácticas anteriores.




Estas son acusaciones exactas a medias: la política de Trump es maliciosa, cruel, desalmada. Pero no es nueva. Tanto en Centroamérica como a lo largo de su frontera mexicana, Washington ha ayudado desde hace décadas a separar a las familias, obligando a los niños a soportar un mundo sin sus padres y a las madres a hacer frente al repugnante final de sus niños. La inhumanidad abyecta, en otras palabras, es un sello distintivo de la política exterior de EE. UU.

Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Honduras…, revisen sus historias. Se verán aplastados por las evidencias que revelan cuáles son los valores que conforman la conducta de Washington, qué normas gobiernan su conducta en una región donde disfruta de una influencia inmensa. Y empezarán a entender por qué tantas personas tuvieron que huir de esos países.

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