La pobreza impide a más de 700.000 hogares españoles, la mayoría de ellos con niños, llevar una dieta mínimamente equilibrada que les permita comer cada dos días alimentos de proteína animal como carne, pollo o pescado, con las consecuencias que eso supone para su crecimiento: la Encuesta de Condiciones de Vida del INE (Instituto Nacional de Estadística) revela cómo 701.860 de los 18,47 millones de hogares del país (el 3,8%) sufren esa carencia nutritiva por no disponer de dinero suficiente para adquirir esos productos.
Ese indicador, que se refiere a la situación de 2016, encadena tres ejercicios de aumento para ofrecer el segundo peor dato desde 2004, únicamente superado por el 4% de 2006. Y está creciendo de una manera especialmente intensa entre los hogares monoparentales en los que un único adulto se hace cargo de la crianza de uno o más niños, donde alcanza una prevalencia del 7,3%, y en los hogares de una persona, mayoritariamente ocupados por jubilados, entre los que llega al 5,2%.

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