diumenge, 11 de novembre del 2018

¿Realmente es el cobre la llave a una economía baja en carbono?


Posicionar al cobre de cara a la opinión pública en el centro de la transición a una economía baja en carbono gracias a las energías renovables es una meta prioritaria de la industria multinacional minera y del cobre.

Sin cobre no hay electricidad

Donde se produzca electricidad, se necesitará transportarla y en toda la infraestructura necesaria para ello habrá cobre. Contienen cobre generadores, transformadores y cables. La energía renovable también necesita cobre, incluso en mayor cantidad. Los vehículos eléctricos requieren de cuatro a cinco veces más cobre que los de combustibles fósiles. Un coche puede tener hasta seis kilómetros de cableado en cobre. También los molinos eólicos y los paneles solares contienen cobre. Hasta 30 toneladas de cobre pueden formar parte de uno sólo de los molinos terrestres más grandes. Lo mismo para las turbinas eólicas marinas de alta potencia (offshore) que requieren además cable de cobre que los conecte a la costa.



La extracción del cobre tiene impactos socio ambientales muy graves -aunque se destine a la implementación de energías renovables. Se esté evitando conscientemente o ignorando este debate, que aún no se lleva a cabo en la suficiente profundidad y tarde o temprano va a tener que venir.

Los discursos bonitos de un mundo bajo en carbono están muy alejados de la realidad de muchos lugares afectadas por los proyectos mineros de donde salen las materias primas como el cobre, sin debate público, y sin calcular las pérdidas que la apuesta por la minería tiene para las comunidades, para el medio ambiente y para clima.

El reciclaje de materias primas como el cobre y el fomento de un menor uso y más eficiente de la energía es el camino a seguir. Habrá que debatir más a fondo sobre la transición energética e incluir propuestas serias de ahorro y eficiencia energética, economía circular y post-extractivismo.





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