Si bien el panorama de América Latina es desalentador, al mismo tiempo la región evidencia algunas luces esperanzadoras, basadas en los movimientos de mujeres, ecológicos y de la ética política con los jóvenes. Se podría afirmar que el hemisferio se encuentra en medio de la kamanchaka, una palabra aymara que designa una niebla espesa que, de cuando en cuando, envuelve los campamentos mineros y los valles andinos. No es una niebla como las otras: es oscura, bloquea totalmente la visión y penetra en los pulmones, oprime y angustia. Está asociada a leyendas y mitos que denotan la desorientación, la pérdida de rumbo, la ausencia de senderos visibles. Tal vez, esta es la situación que se vive en Latinoamérica tras las dos primeras décadas del tercer milenio.
La anterior es una de las múltiples y sugestivas reflexiones que hacen los reconocidos sociólogos y docentes universitarios, el catalán Manuel Castells y el boliviano Fernando Calderón Gutiérrez, en su trabajo bibliográfico de reciente aparición La nueva América Latina (Fondo de Cultura Económica, 2019).
En este libro, los dos investigadores sociales buscan analizar y enmarcar las transformaciones del continente desde las distintas dimensiones políticas, económicas, sociales y culturales. Pero, a pesar de registrar importantes avances en esos aspectos en distintos países, el continente, recalcan, sigue siendo el más desigual del mundo.

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