En este artículo Arnau Balot nos explica cómo el movimiento autogestionario ateniense dio lugar a nuevas conciencias e imaginarios políticos al ocupar la Plaza Syntagma, y cómo siguieron presentes en distintos barrios después de su desalojo.
La crisis económica de la última década vino de la mano de una serie de medidas de austeridad que fueron “prescritas” a los países de la periferia Europea con mayores dificultades en su balanza fiscal. Dichas medidas fueron presentadas como “la única alternativa posible” para superar la crisis – también conocido como la ideología TINA (There Is No Alternative). Alrededor del mundo, las presiones neoliberales y la decadencia de la socialdemocracia desencadenó el auge de diversos movimientos de resistencia como la Primavera Árabe o la Occupy Wave, y que fueron relevantes por su crítica y desafío a las nociones tradicionales de política debido a su carácter antiautoritario y su lucha por la democracia directa.
La imposición de la austeridad fiscal y las desregulaciones del mercado laboral fueron las catalizadoras para la emergencia de nuevos imaginarios y subjetividades políticas cuya resistencia fue más allá de mostrar indignación, ya que materializaban prácticas y discursos alternativas al neoliberalismo. Grecia no experimentaba un movimiento de tal magnitud desde el desmoronamiento de la dictadura en 1974
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