En este período todos hemos empezado a comprender lo que significa la resiliencia, resiliencia ante las dificultades cotidianas, resiliencia ante el dolor, resiliencia ante este trauma global que estamos experimentando. Es un ejercicio diario el de reorganizar nuestras vidas sin desanimarnos o deprimirnos. Nuestros comportamientos, por lo tanto, deben adaptarse a cualquier condición, volverse flexibles, líquidos. Ahora tenemos que ser como el agua que se adapta a cualquier contenedor. Es necesario que nos convirtamos en agua, agua en el vaso, en la botella, agua en el frasco. La forma del agua.
Ayer se terminó la garrafa de gas, el balón como lo llaman otros, mientras cocinaba verduras para el almuerzo. Normalmente eso no es nada trágico, pero de repente me di cuenta de cómo los pequeños inconvenientes de la vida cotidiana antes de la cuarentena se han convertido ahora en una enorme dificultad. Hace unos años ya nos había pasado, pero bastó con tomar la olla, cruzar la plaza y terminar de cocinar en casa del vecino, aprovechando para tener una buena conversación. Después del almuerzo, fuimos tranquilamente a comprar el nuevo cilindro.
No puedes hacerlo en cuarentena.
No puedes porque es mejor para todos respetar las reglas que no hacerlo. Donde venden el gas licuado, no contestan el teléfono, así que, ¿qué hacemos? Momentos de confusión, ¡tengo que resolver esto! Decido dejar las verduras en remojo, terminarán de cocerse con el agua que aún está caliente. Fue sólo el día siguiente que fuimos a buscar el distribuidor más cercano a nuestra casa, ya que estas son las instrucciones dadas por el gobierno. Al final sólo uno de nosotros salió a comprar el gas, llevando una autocertificación firmada, que explica por qué manejaba por ahí. ¡En eso se ha convertido una simple tarea en tiempo de cuarentena!
A veces es incómodo, desagradable para todos nosotros reconocer nuestra fragilidad en esta nueva forma de vida. Cada persona tiene sus propios puntos débiles que normalmente se compensan silenciosamente durante la rutina diaria habitual, pero ahora salen a relucir por cualquier tontería, sorprendiéndonos y haciéndonos daño de repente. Luego surge en esos momentos nuestra capacidad de convertirnos en agua, de reorganizar nuestra vida, reconocer nuestras debilidades y, si lo logramos, poder superarlas con flexibilidad.

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