dijous, 2 d’abril del 2020

Frente a la monotemática mediática: Agua para frenar el virus


La falta de agua para el aseo y la higiene es uno de los principales propagadores del Covid-19. El problema, hoy gravísimo, se verá amplificado con el cambio climático que afectará la disponibilidad, calidad y cantidad de agua necesaria para las necesidades humanas básicas, socavando así el derecho básico al uso del agua potable y al saneamiento para miles de millones de personas. El nuevo informe de Naciones Unidas está dedicado a uno de sus aspectos menos abordado en los tratados internacionales: el agua… en la actualidad más de 2.200 millones de personas carecen de agua potable y 4.200 millones, el 55% de la población mundial, carecen de un sistema de saneamiento adecuado.




Este panorama entre otras cosas dificulta, por ejemplo, el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible número seis de los 17 que componen la Agenda 2030 y que busca garantizar el acceso universal al agua potable a un precio asequible en el año 2030, lo cual pone en riesgo la consecución de casi la totalidad de ellos.

Según los datos de la UNESCO, el consumo de agua se ha multiplicado por seis en el último siglo y crece a un ritmo de un 1% anual. En la actualidad, el cambio climático se manifiesta en el aumento de la frecuencia e intensidad de fenómenos extremos tales como las tormentas, las inundaciones y sequías o las olas de calor que agravarán la situación de los países que actualmente sufren ‘estrés hídrico’ y generará problemas similares en áreas que no se han visto gravemente afectadas. 

 Además, el informe destaca el hecho de que la mala gestión del agua tiende a exacerbar los impactos del cambio climático, no sólo de los recursos hídricos, sino de la sociedad en su conjunto

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