dimarts, 2 de juny del 2020

“No puedo respirar”


Las policías de estas Américas son el brazo armado y efectivo del racismo. En Estados Unidos, Brasil, Colombia  o en Ecuador. Son los killers of the race. Al servicio de la sociedad blanca dominante. El racismo no está solo en las policías, es consustancial con el capitalismo. O el capitalismo es su expresión económica. Los procesos de acumulación de capital ahí donde comienzan, sin importar la amplitud geográfica o la geografía humana su soporte cognitivo es el racismo. El racismo sofisticado o primario. Instaurado en colores asignados a la piel, en la estética arbitraria de los cabellos, en cierto valor deplorable de lo arriscado de la nariz o en la acreditación del grosor de los labios.



Ocho de la noche, del lunes 25 de mayo, al parecer George Floyd habría intentado pagar por algo de comida con un billete falso ($20,00) a un dealer. El hombre había perdido su empleo de guardia por el Covid-19. Estaba asfixia’o económicamente. Aquello que vino después fue la rodilla de Derek Chauvin en el cuello hasta asesinarlo por asfixia. Four policemen at the crime scene, one active and three passive or complacent. Cuatro tipos de azul armados, pidiendo apoyo, discutiendo con la gente desesperada y luego el vídeo que estremeció a la humanidad planetaria. Al menos a esa humanidad antirracista de nación o por convicción. Are they from the death squad or just police? ¿Ellos son del escuadrón de la muerte o simplemente policías? Una pregunta caída de la mata, pero en este tiempo, justo ahora, es imprescindible hacerla a los Gobiernos americanos. ¿Simple y trágica brutalidad policial o los gobiernos, en sus pasillos de sombras, ya decidieron quiénes morirán?

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