La economía de Perú ha mostrado un desempeño macroeconómico que vale la pena estudiar como uno de los enigmas del crecimiento económico latinoamericano de las últimas dos décadas.
En el período 2000-2016 la senda de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) peruano dibuja la forma de U invertida (ver gráfico 1), donde se observa una importante aceleración del crecimiento en el período 2000-2008 y una desaceleración en el período 2010-2016, pero siempre con tasas positivas y notables.[1]
Fiel a las estructuras productivas de América Latina, el crecimiento del país andino está explicado por una pujante demanda externa (exportaciones) de materias primas y altos precios que favoreció los términos de intercambio del país. El mismo gráfico 1 muestra que el crecimiento del PIB se acelera cuando las exportaciones aumentan su participación dentro del producto, y disminuye la aceleración del crecimiento al tiempo que las exportaciones pierden importancia dentro de la demanda agregada total.
Hasta aquí, esa parte de la historia resulta ser convencional y conocida en la región; lo interesante es que el modelo de producción vigente logró mantener los precios estables (inflación promedio del 2,8%), el descenso de la pobreza y una reducción modesta de la desigualdad. La pobreza pasó de 49% en 2006 a 20% en 2016, mientras que la desigualdad –medido por el índice de Gini- pasó de 0.49 en el año 2000 a un valor de 0.43 en 2016.[2]
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada