No hay nada demasiado nuevo en las demoliciones del 22 de julio en Wadi al-Hummus, un sector del barrio palestino de Sur Bahir, en Jerusalén ocupada. Es una operación más de la guerra demográfica que Israel libra en la ciudad para judaizarla por completo, deshaciéndose de la población palestina.
Wadi al-Hummus puede verse como un microcosmos del régimen de ocupación colonial y apartheid israelí: la tierra palestina es apropiada y ocupada para construir colonias para uso exclusivo judío (ilegales según el Derecho Internacional); para proteger a las colonias se construye una barrera/muro de separación y se toma otras medidas de ‘seguridad’ (retenes militares, restricciones a la libertad de movimiento y de construcción); se fragmenta el territorio ocupado y se asigna diferentes documentos de identidad y permisos de residencia a sus habitantes; se implementan políticas de segregación para expulsar a la población no judía residente (mucho más cuando se trata de Jerusalén), estrangulándola y acosándola mediante reglamentos y exigencias kafkianas; se desconoce y atropella cualquier tipo de jurisdicción de la Autoridad Palestina, dejando claro quién es el único poder que manda entre el Mediterráneo y el Jordán

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