dissabte, 23 de maig del 2020

EE UU: “Quédense en casa, sigan vivos y organícense”



 Actualmente estamos entre dos épocas históricas: AC y DC; antes de la Covid-19 y después de la Covid-19. Las instituciones ya establecidas, los regímenes arraigados y las corporaciones poderosas se encuentran bien posicionadas para navegar por las aguas desconocidas de este tiempo intermedio, el del “durante la Covid-19”. Menos equipados están los pobres y la clase trabajadora, que no pueden reunirse para protestar o manifestarse en busca de mejores condiciones de vida sin ponerse en riesgo. El nuevo coronavirus ha amplificado la enorme desigualdad que domina nuestra sociedad. Basta con observar la desconexión entre el mercado de valores y la difícil situación de los trabajadores. Parece que con cada anuncio de pérdida histórica de empleos, el índice Dow Jones y el Standard & Poor’s 500 se disparan hacia arriba. En Wall Street cuentan ganancias mientras que en el resto de la ciudad cada día se cuentan más tumbas.




Estamos viviendo tiempos difíciles y peligrosos. Mientras los autoproclamados “justicieros” armados de derecha, mayormente blancos, inundan las capitales de los estados, los indocumentados, los pobres y las comunidades de color, quienes están en mayor riesgo, mantienen nuestra economía en movimiento: cultivan nuestros alimentos, trabajan en mataderos y almacenes, entregan paquetes y comidas, limpian nuestros hospitales y cuidan de nuestros ancianos. Ellos se exponen a contraer Covid-19 a diario, prácticamente sin redes de contención. Independientemente del futuro que forjemos colectivamente en la era después de la Covid-19, las necesidades de los pobres y de estos trabajadores esenciales deben ser una prioridad.

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