dissabte, 4 de juliol del 2020

Sequía, ríos sin caudal, langostas: monocultivos


Una intensa sequía amenaza no sólo los cultivos de soja y su transporte por la gran bajante del Paraná, el 2do río más grande de Sudamérica, sino que ahora una invasión de langostas añade un nuevo desafío. Esbozos del futuro a base de desforestación y agroquímicos.

Las noticias son de una importante invasión de langostas en la zona norteste de Argentina, llegaron desde Paraguay y ahora se dirigen a Brasil, avanzando unos 150 kilómetros al día. Invasiones que no se conocían desde hacía décadas en Argentina, con la erradicación de de la plaga en 1953. Pero «misteriorsamente» regresaron en 2015. De la misma manera que «regresaron» en Africa y en Asia debido a un exceso de lluvias en el desierto omaní, que les facilitó las condiciones para su propagación. En este último caso la causa establecida es el cambio climático.




El cambio climático creó condiciones sin precedentes para que las langostas se reprodujeran en el desierto generalmente estéril del Golfo Arábigo, según los expertos, y los insectos pudieron entonces propagarse a través del Yemen amenazando la seguridad alimentaria de 10 millones de personas.

Una «buena noticia» es que cuando lleguen a Brasil las langostas no van a tener mucho que comer por la escasez de lluvias que sufre la zona, dado que la sequía que afecta al estado brasileño de Río Grande do Sul ha provocado la pérdida de más de la mitad del cultivo de soja y del 40% del maíz, cultivos que convierten al estado en el tercer mayor productor de granos en Brasil. El cálculo es que las pérdidas en toda la cadena, incluidas la industria alimentaria y otras relacionadas con el campo, alcanzan los 6.700 millones de dólares. Veremos a cuánto ascienden los daños añadidos por los insectos.

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