Solo el “derecho colectivo a soñar” puede ser tan o más importante que los derechos humanos en su concepción más amplia -económicos, sociales, culturales y de la persona. El derecho a soñar es sinónimo de búsqueda de alternativas, en lo micro, en lo macro, en una construcción social cotidiana o en la elaboración de conceptos y teorías que promueven el bien común. Una apuesta a comprender de otra manera el planeta, la solidaridad internacional y las múltiples y variadas relaciones entre los seres humanos.
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