Hace varios años que las compañías transnacionales de alimentos entendieron que los mercados primordiales para su crecimiento están en el Sur global. Alcanzar a estos consumidores potenciales implica que las corporaciones alimentarias inunden y se apoderen de los canales tradicionales de distribución, y reemplacen los alimentos locales con comida barata, procesada, chatarra, muchas veces con el respaldo directo de algunos gobiernos Los acuerdos de libre comercio e inversión son un factor crucial en este proceso de acaparamiento, sustitución y mayores ganancias. El caso de México nos arroja un retrato crudo y oscuro de las consecuencias que esto entraña.
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