Quince años después del primer encuentro del FSM es tiempo de hacer un balance. El FSM les ha permitido a los movimientos sociales de todo el mundo conocerse mejor y articular sus luchas; los mejores ejemplos son, tal vez, Vía Campesina y la Marcha Mundial de Mujeres. Pero la verdad es que el mundo es hoy más violento, más injusto y más desigual, y muchos (yo mismo) piensan que el FSM debería haberse renovado en estos años y hacerse más intervencionista en la formulación de propuestas y políticas. Una cosa es cierta: el FSM ha demostrado que, mientras algunos dudan de que sea posible, construir otro mundo es urgentemente necesario.
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