dilluns, 7 de setembre del 2015

De la cobardía a la ignominia, la Unión Europea en la práctica



Ante el flujo de refugiados que, por decenas de millares, huyen masivamente de la guerra, abriéndose tenazmente un camino en Europa para buscar un refugio en circunstancias dramáticas, las autoridades europeas hacen prueba de este mismo talento, del que parecen disponer de una inagotable reserva. A pesar de una urgencia que no se discute no han puesto en marcha la necesaria respuesta humanitaria. Su única preocupación parece ser no crear un “efecto llamada”, desesperando de no poder detener en las fronteras este flujo que el Alto Comisariado para los refugiados de las Naciones Unidas califica como la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial.
Siempre prestos para adoptar el lenguaje adecuado, las autoridades europeas han seleccionado esta vez el término neutro de “migrante” para designar a los refugiados y proscribe el de éxodo: todo para no llamar a las cosas por su nombre e implicar una respuesta a la altura de las circunstancias. Se impone la constitución de verdaderos corredores humanitarios, de los que no se habla, ya que es demasiado tarde para el deber de injerencia, pero los refugiados son dejados a su suerte y solo pueden contar con la solidaridad y ayuda de los que se cruzan en su periplo antes intentar acceder a los países que, con suerte, les puedan acoger.

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