dilluns, 21 de setembre del 2015

ESPAÑA: Ni ciudadanos ni súbditos: clientes



El lenguaje del Estado nunca es inocente. Siempre esconde una mentira, a menudo en forma de eufemismo: «seguridad» por «represión», «defensa» por «guerra», «guardia de seguridad» por «pistolero de la patronal», etc. Estos son antiguos. Otros hay más modernos como, por ejemplo «ERE», que duplica el poder de la mentira al esconder bajo una sigla inocua lo que, en este caso, no es más que el «cierre patronal» de toda la vida.
Se podría seguir así durante páginas y páginas (de hecho lo hice en mi Diccionario de eufemismos del español actual), pero hoy, viajando en el tren de cercanías, me ha llamado la atención una expresión que no es eufemismo, sino todo lo contrario. Una palabra, vomitada una y otra vez por la megafonía de trenes y estaciones, que dice mucho en tan sólo ocho letras: «clientes». En puridad, los usuarios de un servicio público son eso: «usuarios». El transporte urbano le daba hasta no hace tanto un tono más romántico usando la expresión «viajeros». Pero eso se acabó: somos «clientes».

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